Alexander, un niño que nació con distrofia muscular congénita, ha enfrentado desafíos que muchos adultos no podrían imaginar. Su historia es un testimonio conmovedor de la lucha, la esperanza y la colaboración entre el sector público y privado poniendo el foco en el bienestar del paciente.
El caso de Alexander Sosa fue conocido en la ciudad. Todo comenzó cuando ingresó a una clínica local debido a una neumonía. Lo que parecía ser un tratamiento temporal se convirtió en una odisea de 30 días intubado, seguido de una larga estancia en el Hospital San Roque, donde fue internado en la sala de terapia intensiva, sin poder ver ni tener contacto con su familia. Su papá, Héctor Sosa, explicó en su momento que “Alexander no es una paciente para terapia intensiva, sino para un centro de rehabilitación pediátrico.” Sin embargo, en Paraná, al no contar con un centro de esas características, la mejor opción era la internación domiciliaria de alta complejidad.
A pesar de su condición, Alexander es un niño lleno de vida y energía. “Dentro de la patología, no tiene ningún problema cognitivo. Incluso asistía a un jardín maternal. Solo tiene problemas de movilidad en sus extremidades”, explicó su padre. La angustia de no poder estar con su hijo en tan difícil momento llevó a su familia a hacer un llamado a la acción, reclamando a la Obra Social y al Ministerio de Salud de la provincia.
La historia dio un giro esperanzador gracias a la articulación entre el Hospital San Roque, la empresa de Internación Domiciliaria Home Care Litoral y el IOSPER. Finalmente se logró la autorización para que el pequeño pueda recibir la atención que necesita en su hogar, un lugar donde puede estar rodeado de su familia, con la contención adecuada para un niño de su edad.
Dada la complejidad del diseño del dispositivo de internación domiciliaria necesario para asistir a Alexander, las gestiones para concretarlo no fueron fáciles. Luego de un trabajo arduo de comunicación permanente y fluida entre el Instituto, el Hospital y la Empresa, finalmente se logró la autorización en un caso ejemplar de articulación público-privada.
La posibilidad de estar internado en su casa no solo representa una victoria para este niño y su familia, sino también un recordatorio de la importancia de la colaboración entre instituciones y la necesidad de priorizar el bienestar emocional de los paciente